Agradezco la presencia de la Mtra. Liver Jara García, Representante de la Secretaria de Cultura de la Ciudad de México, la Lic. Curiel de Icaza, muchísimas gracias, y con ello a todas las autoridades de la Secretaría de Cultura y del propio Panteón de San Fernando.
Saludos a la señora Luz Elena Sánchez Juárez y Torres, descendiente de nuestro admiradísimo y siempre muy estudiado don Benito Pablo Juárez García, que es un faro de luz para los masones mexicanos, muchísimas gracias.
Saludo también a todas las distinguidas damas que nos hacen el favor de su presencia. Así como al Presidente del Consejo Directivo de la Asociación Cultural Valle de México, nuestro querido hermano Omar Contreras Borbón, así como a los integrantes del consejo directivo y miembros de la Sociedad Cívica de México, aquí todos presentes, siempre muy agradecido por la presencia, el apoyo, el trabajo incansable en favor de las mejores causas cívicas de nuestro querido México.
Ciudadanos ilustres de la República, distinguidos invitados, señoras y señores.
Los liberales mexicanos asistimos hoy con profundo respeto y gran admiración a este mausoleo, construido para rendir homenaje a uno de nuestros más destacados hombres, que contribuyó a la construcción de la patria y al fortalecimiento de la República, al conmemorarse el CVII Aniversario Luctuoso de Don Benito Juárez, y esto lo hacemos en esta ocasión recordando la grandeza de su obra en beneficio de la nación mexicana.
Benito Juárez, es hoy como ayer fuente de inspiración para las generaciones del México actual y del mundo moderno, Juárez representa una luz cuyas ideas, virtudes y acciones continúan iluminando el camino hacia el devenir y el progreso de nuestro país.
Hablar de Juárez es recordar diversas etapas de su vida, desde su infancia llena de carencias, con dificultades para alcanzar sus metas de educación y desarrollo, tanto profesional como político. Es también, evocar su incansable lucha por la restauración de la República, su liderazgo para impulsar las leyes de reforma, inspiradas en el laicismo y sentar las bases para la reorganización del Gobierno, sustentado este en el federalismo. Es también, traer a la memoria su esfuerzo como presidente, para conducir al país por un muy complicado sendero hacia mejores estratos de desarrollo, después de superar la confrontación entre conservadores y liberales y vencer los avatares de la invasión extranjera. Es destacar su ferrea voluntad para hacer triunfar el constitucionalismo y asegurar el futuro de todos los mexicanos.
Hablar de Juárez, es en suma, revisar la claridad de su pensamiento plasmarlo de ideales y de reflexiones, que con el paso del tiempo continúan siendo vigentes. Juárez es un ejemplo para las generaciones del presente, puesto que defendió la soberanía nacional y propició la construcción del Estado moderno con profunda convicción republicana, enarbolando los principios liberales para sostener la Presidencia frente a los intentos de depositar el poder público en manos de un monarca extranjero.
Con vigor, a través de un gobierno itinerante, demostró sus dotes de estadista al sostener el Gobierno de la República, venciendo las grandes dificultades derivadas de la necesidad de mantener el rumbo de la nación, gracias al enorme respaldo popular que recibió en todo momento.
El pensamiento liberal de Juárez se refleja en su respeto a la ley y su apego a la justicia, presentes en la denominada Ley Juárez, en la que se plasmaron las bases del Estado Laico y se organizó la administración de justicia sobre criterios de Derecho civil y Derecho público, eliminando tribunales especiales y limitando el fuero religioso y militar, proclamando la igualdad de los individuos frente a la ley.
La historia, la instauración del Estado laico permitió proscribir el uso de la religión como instrumento de control de las conciencias y como vía para la dominación política y explotación económica de los mexicanos.
En este principio se centra la transformación social, política, jurídica, institucional, educativa y cultural que constituyeron las bases del Estado moderno, estableciendo la separación de la religión, la política, delimitando los ámbitos del Estado y el ámbito de las iglesias.
El laicismo permitió garantizar para los mexicanos el derecho a la libertad de creencias y suprimió la intromisión de los ministros de culto religioso en los asuntos políticos y de Gobierno que solo competen a los ciudadanos.
El Gobierno encabezó por Juárez, impulsó la modernización del país sobre la base de una auténtica democracia representativa y federal consagrada en la Constitución de 1857.
En su manifiesto a la nación, proclamado en enero de 1858, concibió la idea de que el Gobierno debe ser protector de las garantías individuales, defensor de la nación y de las libertades públicas.
Como Presidente se preocupó por superar las condiciones en que se encontraba el país después de la Guerra Civil contra los conservadores y de la lucha contra los invasores extranjeros. Se convirtió en garante de la ley y de la Carta Magna, reconociendo que el valor supremo de una nación radica en el cumplimiento de la Constitución y el cumplimiento de las leyes orientadas a fomentar el desarrollo, promoviendo la reorganización del Gobierno y de la hacienda pública para hacer más eficaz el trabajo de las instituciones, para reactivar la economía, impulsó una política orientada a la colonización del territorio nacional y el desarrollo de numerosas obras de infraestructura para lograr la comunicación interior, tales como la construcción de caminos, la introducción del ferrocarril hacia las zonas más apartadas del país, la habilitación de puertos marítimos, así como la ampliación de la energía eléctrica y de algo muy importante en ese entonces, de los telégrafos.
A partir de la nacionalización de los bienes del clero sustentada en las leyes de reforma, se fomentó la pequeña propiedad, así como numerosos programas para incentivar la producción agropecuaria. Dentro de las tareas para hacer llegar los beneficios del desarrollo nacional a los lugares más apartados del país, el Gobierno de Juárez impulsó la alfabetización y la integración de los indígenas, como vías para superar las condiciones de pobreza y marginación en las que lamentablemente vivían.
Igualmente, propicio la construcción de numerosas escuelas de enseñanza primaria, secundaria y media superior, considerando como tarea impostergable la instrucción pública de calidad.
De la misma manera, a partir de la implementación del Estado laico se impulsó la transformación de la vía nacional, así como la educación, garantizando la libertad de expresión y garantizando la libertad de conciencia.
Todas estas medidas que conformaron el programa de gobierno de Don Benito Juárez, contribuyeron a consolidar la unidad nacional en torno a los principios liberales de igualdad ante la ley, la democracia y la soberanía popular.
La política tributaria del régimen juarista resultó en el saneamiento de las finanzas públicas y el mejoramiento de la recaudación fiscal, lo que redundó en alcanzar en poco tiempo los objetivos de estabilidad política y continuidad democrática, que se propuso desde que asumió la Presidencia de la República.
La concepción de Juárez de que un Estado moderno, es aquel en el que el laicismo como sistema ideológico constituye una doctrina liberal que permita al ser humano alcanzar los niveles de progreso y bienestar al que tiene derecho en la sociedad de la que forma parte, que así lo ha demostrado la historia de la humanidad, en donde el laicismo ha dado la oportunidad a los pueblos al separar los asuntos públicos o de gobierno de los temas religiosos, de avanzar libremente en la construcción de un Estado democrático, basado en la libertad de pensamiento y de expresión, en la que el individuo es dueño de sus ideas, y de su voluntad, lo cual le permite alcanzar su plena realización a través de la práctica de todas las actividades relacionadas con la ciencia, con el arte, la filosofía y la política, sin sujetarse a la imposición de dogmas ni verdades absolutas.
Estas ideas que compartieron los hombres de la reforma, de la que formó parte Benito Juárez, fueron el principal factor del movimiento liberal mexicano del siglo XIX, que se distinguió por el desarrollo de una nueva corriente de pensamiento progresista que buscó transformar el sistema heredado de la colonia española, generando una filosofía que, como ya se dijo, concibe al Estado como un ente independiente de cualquier información religiosa, en la que predomina la supremacía del poder público, sobre las organizaciones eclesiásticas.
El triunfo del pensamiento inspirado en el laicismo para conformar un Estado libre y soberano, contribuyó firmemente a la restauración de la República al proporcionar el equilibrio indispensable para el fortalecimiento del Estado moderno, en el cual todas las fuerzas políticas deben participar, respetando nuestra diversidad cultural, pluralismo religioso que propicien el pleno ejercicio de la libertad de conciencia.
Parte fundamental de la Concepción del Estado laico ha sido la construcción de un sistema de educación pública de calidad, que garantice a los estudiantes de todas las edades la posibilidad de aprender e investigar sobre la razón de las cosas, guiados por la búsqueda de la verdad y alcanzar de esta manera los más altos niveles de felicidad social.
Todas estas reflexiones a que nos hemos referido en esta ocasión, fueron transmitidas por el prócer de Guelatao en varios de sus escritos, particularmente las cartas dirigidas a su esposa y a sus hijos cuando les planteaba los retos que tenía que enfrentar y el derrotero que tendría que seguirse para lograr las metas de libertad y de progreso que perseguía incansablemente Benito Juárez.
Al rendir este homenaje, en un aniversario más de su fallecimiento, al recordar a Juárez como lo hemos hecho este día, en sus distintas facetas como hombre público y repasar varios de sus pensamientos como hombre de Estado, no podemos si no reconocer el valioso ejemplo que nos dejó con su vida y su actuar, frente a las circunstancias más adversas que le tocó vivir, pues el eco de su existencia no ha quedado en el olvido y continúa enseñándonos a transitar por un camino en el que prevalezca la libertad, la igualdad, la justicia y el progreso.
Hoy reafirmarnos con este homenaje que Juárez sigue siendo símbolo de la lucha por la libertad y el progreso de los hombres y de los pueblos.
Son estos recuerdos que continúan presentes en nuestros corazones de los mexicanos, los que nos permiten encarar con decisión y optimismo los graves y serios problemas que enfrenta la nación, debemos pues como herederos de Benito Juárez, realizar nuestros mayores esfuerzos para contribuir a superar la inseguridad, la falta de empleo, la pobreza extrema, la violencia, la impunidad y la polarización que nos envuelve.
Hoy como ayer, los enemigos de la libertad y el progreso, la ignorancia, la hipocresía y la ambición en su sed de poder y de riqueza, amenazan la estabilidad de la nación, por lo cual debemos prepararnos para llevar adelante una jornada cívica que nos permita superar las sombras que confunden y dificultan el futuro de los mexicanos.
Tomemos la bandera de Juárez, la bandera de Juárez que está contenida en sus pensamientos. Luchemos por la unidad de todos los mexicanos y el fortalecimiento de nuestra nación, difundamos en todos los ámbitos de nuestro territorio, los objetivos encausados al mejoramiento económico, social y cultural de nuestro pueblo.
Continuemos inspirados en las ideas progresistas que permitieron el triunfo de Benito Juárez en momentos en los que parecía que sucumbía la nación. Es hora en que las mujeres y los hombres liberales y de pensamiento progresista nos corresponde mantener viva la llama del legado de Benito Juárez.
¡Respondamos con decisión ese llamado!
Es cuanto muchas gracias.
Ing. Juan Martín Valtierra Nájera
Presidente de la Sociedad Cívica de México, A.C.